jueves, 15 de mayo de 2008

LA CONQUISTA DEL PERÚ

El segundo imperio importante que los castellanos encuentran en América es el imperio de los Incas, cuyo centro estaba en Perú. La hazaña de la conquista correspondió a Francisco Pizarro y a Diego de Almagro, soldados que habían pasado desde España a Panamá y que habían participado en numerosos ataques y empresas contra los indios.
Ya viejos, Pizarro y Almagro, en compañía del clérigo Fernando Luque, que actuaba a nombre de un rico capitalista de Panamá, el licenciado Gaspar de Espinoza, emprenden la búsqueda del fabuloso imperio que existe hacia el sur. Después de algunos incidentes, entre los que se cuenta el episodio de la isla del Callo, los socios consiguieron capitulaciones con el emperador Carlos V.

En ellas el emperador permite a Francisco Pizarro iniciar la conquista de Perú y le dio titulo de capitán general y gobernador de las nuevas tierras. Sabido es que la sociedad estuvo a punto de quebrarse, ya que Pizarro, desconociendo la parte que en la empresa le cabía a Diego de Almagro, consiguió para sí todas las prebendas y privilegios. Solo la medición de Luque y el traspaso del titulo de adelantado para Diego de Almagro pudieron evitar el rompimiento de la sociedad.

A fines de enero de 1531, Pizarro con 180 compañeros que componían su hueste tomaron el camino a Perú. Desembarcaron en Tumbes y tras tenaz resistencia indígena se adueñaron de la tierra. Descansan allí, se apertrechan y se aprestan a continuar su viaje. Marchan al interior en busca del emperador inca, Atahualpa, que viene de triunfar en la lucha que por el imperio sostuvo contra su hermano Huascar. Caminan rumbo al Cuzco, capital de imperio, y ante sus ojos van apareciendo tambos y vías camineras, señales, a no dudarlo, de estar en presencia de una sólida y bien organizada civilización.

El 15 de noviembre de 1532 Francisco de Pizarro y sus hombres entran en Cajamarca. Los grandes edificios de piedra que componen la ciudad están desocupados. Pizarro teme una celada de los incas, pues Atahualpa acampa poco más allá con miles de guerreros.
Envía el temerario español una embajada ante el inca y se apresta a defenderse de la ciudad ocultando sus hombres hábilmente en los edificios adyacentes a la plaza. Llegado el inca a la Plaza de Cajamarca, venía en andas de oro sostenidas por numerosos súbditos.

Pizarro solo, al grito de Santiago, se lanza contra él, mientras, saliendo los españoles de las casas vecinas, acometen con furor y desbaratan el ejército incásico.
Tomado prisionero, Atahualpa es encerrado y promete en su cautiverio, para ganar tiempo en tanto reorganiza su ejército, llenar de oro su habitación y dos plata. Acceden los españoles de buena gana a la promesa del inca y se da inicio de inmediato a la tarea. De todas partes del imperio comenzaron a llegar los metales preciosos en jarros, adornos y utensilios varios. Convertidos en barras de relucientes metal, suman 150 millones de pectas de oro. La sed de oro y riqueza era saciada

Tomado prisionero, Atahualpa es encerrado y promete en su cautiverio, para ganar tiempo en tanto reorganiza su ejército, llenar de oro su habitación y dos plata. Acceden los españoles de buena gana a la promesa del inca y se da inicio de inmediato a la tarea. De todas partes del imperio comenzaron a llegar los metales preciosos en jarros, adornos y utensilios varios. Convertidos en barras de relucientes metal, suman 150 millones de pecetas de oro. La sed de oro y riqueza era saciada

La sed de oro y riqueza era saciada.
Juzgado Atahualpa por supuesta traición en un juicio rápido y eficaz, fue condenado a muerte y ejecutado. La primera victoria española se había logrado en Perú.
Dominada la situación y dueños del Cuzco, los españoles se organizan.

Francisco Pizarro envía a España a su hermano Hernando con brillantes presentes al emperador y funda, el6 de enero de 1535, la Ciudad de los Reyes en el valle de Lima, como señal de dominio y asentamiento definitivo.

Almagro, que lo acompaña, ha quedado relegado a segundo término. No obstante, Hernando le trae desde España provisiones reales que le hacen gobernador de tierras al sur del Perú. Incluyen sus dominios, aunque ambiguamente, la ciudad capital del imperio Inca, el Cuzco: de ella se apodera Almagro y se apresta a reconocer y conquista su gobernación.

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